Yo creo que te comprendo -dijo la Maga, acariciándole el pelo-. Vos buscás algo que no sabés lo que es. Yo también y tampoco sé lo que es. Pero son dos cosas diferentes. Eso que hablaban la otra noche... Sí, vos sos más bien un Mondrian y yo un Vieira da Silva.
-Ah -dijo él-. Así que yo soy un Mondrian.
-Sí, Horacio.
-Querés decir un espíritu lleno de vigor.
-Yo digo un Mondrian.
-¿Y no se te ha ocurrido sospechar que detrás de ese Mondrian puede empezar una realidad Vieira da Silva?
-Oh, sí -dijo la Maga-. Pero vos hasta ahora no te has salido de la realidad Mondrian. Tenés miedo, querés estar seguro. No sé de qué... Sos como un médico, no como un poeta.
-Dejemos de poetas -dijo Horacio-. Y no lo hagás quedar mal a Mondrian con la comparación.
-Mondrian es una maravilla, pero sin aire. Yo me ahogo un poco ahí adentro. Y cuando vos empezás a decir que habría que encontrar la unidad, yo entonces, veo cosas muy hermosas pero muertas, flores disecadas y cosas así.
Rayuela. JULIO CORTAZAR.
No hay comentarios:
Publicar un comentario