Han desaparecido la ligereza y la elasticidad alegres. Todo se vuelve grave y se apoya sobre el suelo con más pesandez. La posición postrada se convierte en torpeza inmóvil, sin ninguna elasticidad.
Mientras el Renacimiento poseía un sentimiento total del cuerpo y guardaba sus contornos constantemente presentes vistiéndole con hábitos ceñidos, el barroco se envuelve voluptuosamente en una masa impenetrable. Se siente más la materia que la estructura interna de la articulación.
Renacimiento y Barroco. HENRICH WÖLFFLIN
1 comentario:
A mí me encanta el Barroco también. En la Hispalense soy ayudante del grupo de Poesía del Siglo de Oro, y en noviembre espero echarles una mano en un congreso sobre la poesía sevillana del XVII.
¡Besos!
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