viernes, enero 23, 2009

Aunque podamos colocarnos a un metro de distancia de El Jardín de las Delicias, uno desea igualmente disponer de unos prismáticos para ver de cerca las minuciosas figuras. Este tríptico no recuerda, como explican los expertos, a los códices medievales; es, por su proporción, por su sentido del espacio, un códice medieval ampliado, que ha sido pintado para ser visto en conjunto primero y en detalle después. Posar los ojos sobre su superficie es como posarlos sobre las páginas de un bestiario. Lo vemos como quien lee un libro: lo leemos palabra por palabra, figura por figura. Pero sabemos que cada nueva lectura que hagamos será distinta a la anterior. El Jardín de las Delicias parece, de alguna manera, un cuadro distinto cada vez - y donde unos ven humor, otros ven deseo, y donde unos ven puritanismo, otros ven cinismo-.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca se está lo suficientemente cerca del Jardín de las Delicias, tal vez sea porque queremos colarnos dentro.

raúl quinto dijo...

muy acertado el comentario, y qué genialidades hacía ese jerónimo...