
Rectángulo elevado hacia otro cielo
cerrado por un techo en luz difusa
féretro de cemento y como esclusa...
solo una puerta atada sobre el suelo.
Y un débil velo de cristal de celo
que se despega por cualquier excusa,
creando la ilusión vana, la ilusa
vanidad de que es posible aún el vuelo.
Y sin embargo no hay escapatoria
por muy leve que sea la cortina,
traspasar el rectángulo es victoria,
batalla al fin perdida en la rutina,
porque el espacio es tiempo y el tiempo noria
que nos devuelve el lunes la oficina.
PEPE LÓPEZ (Su blog, rastrolabios, es imprescindible)
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