
En una tienda había montones de pastillas de jabón artesanal. Tenían flores atrapadas en su interior y desprendían un perfume encantador.
- Estos jabones hacen cosas terribles - le susurró Gálmax a Hazel -. El más inofensivo sólo limpia la cara a tu reflejo del espejo y hace que salgas a la calle sin estar limpio, pero otro puede cambiarte la cara por la de la persona a la que más detestas. No sé cuánto dura el efecto. También tiene uno que hace que te salga muchísimo pelo, y otro que hace que te broten rabos de lagartija. Aunque lo peor...
Con horror, Hazel vió como la dependienta vendía una pastilla de jabón tras otra.
- ... lo peor - continuó Gálmax - es que tienen un jabón que limpia la memoria. Los que se lavan con él acaban por no recordar en absoluto quiénes son.